lunes, 2 de agosto de 2010

El cumpleaños de la escuela en el diario de nuestra ciudad

ASOCIACION ALBORADA
El valor de creer y crear

Desde hace 40 años e impulsada por los esfuerzos solidarios, la entidad civil sin fines de lucro extiende su tarea por la integración de quienes afrontan retardo mental leve y moderado.

--¿Por qué Alborada?
--Porque fue un amanecer en tiempos en los que nuestros hijos eran despreciados y ocultados--, asegura Matilde Mucci de Alcalá, al evocar el principio de esta historia que cumple 40 años, el que se remonta a una mañana de 1970 cuando, leyendo el diario, se enteró de la reunión convocada por padres de chicos con dificultades mentales.
--Eramos cinco y así conocí a la que fue mi mejor amiga y alma mater de Alborada: María Mercedes Santamaría de Jorge. En su casa de la calle Drago 79, se organizaron las clases. Cada chico (eran seis, entre ellos, Alejandro, mi hijo) tenía que llevar su sillita.
Como la matrícula pronto se incrementó, al año siguiente, la tarea de la escuela continuó en el club Teléfonos, pero ya se cosechaban los frutos.
En este ir y venir por el tiempo, Matilde recuerda que Enrique Jaratz, gerente y titular de la Fundación del Banco del Sud, los ayudó muchísimo y que, gracias a un préstamo bancario, en 1974 se compró el lugar donde hoy está la escuela (9 de Julio al 900), que tiene 56 alumnos, y, más tarde, las dos casas donde el taller protegido, que se autofinancia, funciona con 21 operarios.
--Sólo recibimos un aporte de la Provincia. Lo demás es producto del esfuerzo de todos nosotros y de la comunidad--, afirma.
Hasta el 2 de agosto de 1970, para los chicos bahienses con retardo mental, la educación primaria se limitaba a las escuelas especiales 505 y 508, cuyas matrículas abarcaban alumnos heterogéneos de 6 a 40 años. A partir de Alborada, la tarea se organizó en grupos homogéneos y según sus respectivas edades.
Transcurrida esa etapa de aprendizaje y ante los primeros egresos de la escuela, surgió la necesidad de prestar otro servicio, para evitar la dispersión y afirmar la formación. Corría 1981, cuando nació el taller protegido.
Tras cumplir los más diversos roles en la comisión directiva, que presidió durante varios períodos, Matilde admite que, por estos días, al desandar un camino tan largo, siente la necesidad de resaltar la tarea de muchas personas; especialmente, la de Mercedes Santamaría de Jorge, fallecida en 1999.
--Ella nos aglutinó con su entusiasmo, vocación de servicio y responsabilidad. Así asumimos que Alborada debía llegar a ser un instrumento solidario, con una mística que la afianzó y que pudo superar los vaivenes económicos y sociales que afrontó el país.

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Una de las más emblemáticas instituciones no gubernamentales bahienses, la Asociación Alborada, ofrece una escuela de enseñanza especial, servicio agregado de adaptación laboral y taller protegido de producción.
La escuela, que asiste a niños y jóvenes con retardo mental leve y moderado, recibe inscripciones durante todo el año, siempre en 9 de Julio 924, de 8.30 a 16.30.
La premisa es brindar una adecuada contención a la persona discapacitada, fomentar su valoración e independencia y afianzar las habilidades aprendidas mediante concretas actividades de producción.
Música, educación física, coro y Alas Nuevas , el periódico electrónico, se integran al programa que impulsa un equipo compuesto por 19 docentes, fonoaudióloga, psicóloga y asistente social.
--La superación de los alumnos y operarios resulta primordial para, año tras año, adaptar la tarea a las necesidades individuales y para ampliar el espacio donde se genera el intercambio grupal de experiencias y aprendizajes--, indica María del Carmen Moretti, quien preside la institución desde 2005.
Al enfocar los objetivos, señala la importancia de contar con un salón de usos múltiples en el mismo patio de la escuela. Por lo pronto, el Colegio de Técnicos aportó el proyecto, los planos y también dirigirá la obra, que se pondrá en marcha antes de fin de año.
--Aquí todo se hizo y se hace a pulmón. Para levantar el salón, necesitamos recursos y seguir trabajando como hasta ahora, con unidad entre directivos, docentes y colaboradores--, agrega.

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Respecto del taller, la secretaria Silvia Noemí Berozzi refiere que desde la semana última funciona una flamante selladora y troqueladora, la que se emplea en la confección de bobinas de polietileno. También alude a una camioneta cero kilómetro que se entregará en los próximos días y cuya adquisición fue posible con la ayuda de la empresa PBB Polisur, que apadrina el emprendimiento.
El taller protegido se especializa en la manufacturación de bolsas de residuos, de consorcio y precortadas de polietileno. Al inicio, se emplearon máquinas manuales y la producción se vendía entre familiares y amigos. Con el tiempo, la tecnología proyectó el taller al mercado minorista y mayorista de la ciudad.
Silvia, que no tiene hijos con discapacidades, está vinculada a la entidad desde 2004 y disfruta de una tarea que le tributa constantes gratificaciones.
"Amo lo que hago y, al mismo tiempo, recibo el incondicional amor de todos los chicos", indica.
Acerca de los obstáculos, María del Carmen Moretti dice que la institución, que se ha caracterizado por abrir sus puertas y brindar oportunidades de educación a chicos de diversos sectores sociales, afronta acuciantes problemas por falta de recursos y trata de adaptarse a los cambios que se producen, tanto en la organización como en el ámbito pedagógico.
Convencida de que "entre todos construimos y reconocemos una dignidad que nos permite recrear juntos nuestra manera de creer", la presidenta convoca a terminar con la mirada que nos hace ver siempre lo mismo, para, sin miedo a ser felices, animarnos a creer y a crear.


Mercedes y Alejandro


* "Trabajar en este taller es muy importante para mí. Entramos a las 8.30 y nos vamos a las 16.30. Aquí están mis amigos y lo paso muy bien. Además, quiero mucho a Alborada, porque fue fundada por mis padres". Mercedes Jorge .
* "Tengo 49 años y hace 40 que estoy aquí. Alborada es mi segunda casa: estudié, me capacité y puedo ganarme un sueldo con el trabajo en el taller. También tengo a mis mejores amigos y me llevo muy bien con Héctor, Diego y Miguel, los supervisores, y Teresita, la secretaria, una fenómena. Los quiero mucho a todos". Alejandro Alcalá.

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